Cielo y alegría tienen sin duda mucho que ver entre sí. Y si en el II Domingo de Cuaresma la Iglesia quería dar sentido al sacrificio recordando que nos espera el Cielo, ahora de nuevo nos insiste en que el sufrimiento no debe provocarnos tristeza, sino que debemos dejarnos llenar por una alegría que, efectivamente, solo es plena tras la Resurrección.
Lecturas del IV Domingo de Cuaresma, llamado Laetare (alegráos, lo cual nos haría confundirlo con el III de Adviento, llamado gaudete, que sí hace referencia estricta a esa expresión usada por san Pablo: por eso se prefiere llamar a este domingo de la alegría).
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