Categoría: 1. FE

La primera parte del Catecismo, titulada «La profesión de la fe», contiene una  síntesis de la fe profesada por la Iglesia Católica: Ver todos los capítulos.

Antonio Peris: Nuestra Señora de Gracia.

Credo 29: La Comunión de los Santos y la Maternidad universal de María

Tras estudiar la Iglesia, el Credo nos hace reflexionar sobre la Comunión de los Santos, producto de compartir las cosas santas y cuyo efecto es la unión real de las personas.

En este punto el Compendio del Catecismo incluye la meditación de María como Madre de la Iglesia e intercesora universal: aquí sería también razonable haber hecho referencia a las indulgencias; sin embargo, el compendio no las mencionará hasta hablar, algo más adelante en el Credo, de la Vida Eterna (y por ello del Purgatorio: pero precisamente remitiendo a la comunión de los santos, p. 211), y más adelante al hablar del sacramento de la Penitencia (p. 312).
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El Credo: Primera parte del Catecismo, sobre la fe

A la pregunta sobre si podemos probar la existencia de Dios recurriendo solamente al uso de la razón, responde la Iglesia católica que sí. La lista de vídeos sobre la clase de religión en el canal centroeuropa trata este punto en algunas entradas. Resúmenes de esta parte del Catecismo:

  1. El designio de Dios sobre el hombre (1-5). El hombre es capaz de conocer a Dios.
  2. Dios se revela progresivamente (6-10).
  3. Transmisión de la Revelación (11-17).
  4. La Sagrada Escritura (18-24).
  5. La fe de la Iglesia (25-32).
  6. Los símbolos de la fe (33-35).
  7. Creo en Dios: La Santísima Trinidad (37-49).
  8. Dios es todopoderoso y creador (50-58).
  9. Dios creó el Cielo y la Tierra (59-65).
  10. El hombre, imagen y semejanza de Dios (66-72).
  11. El pecado de los ángeles y de los hombres (73-78).
  12. Jesucristo, Hijo único de Dios (79-84).
  13. Jesucristo nació de Santa María Virgen (85-89).
  14. Jesucristo, Dios y Hombre verdadero (90-93).
  15. La Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra (94-100).
  16. La santidad de la vida ordinaria (101-105).
  17. El Reino de Dios (106-111).
  18. La muerte de Cristo (112-117).
  19. El sacrificio de la Cruz, obediencia perfecta (118-124).
  20. Jesús resucitó al tercer día (125-131).
  21. La Ascensión y el Juicio Final (132-135).
  22. El Espíritu Santo (136-146).
  23. La Iglesia: misión, misterio y sacramento (147-152).
  24. Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu (153-160).
  25. Una, Santa, Católica (161-170).
  26. Apostolado y Ecumenismo (171-176).
  27. La estructura jerárquica de la Iglesia (177-187).
  28. Vocación y misión de los laicos y de los religiosos (188-193).
  29. Comunión de los santos y maternidad universal de María (194-199).

Credo 19: El sacrificio de la Cruz, obediencia perfecta

118. Dios envió a su Hijo para que se entregara a la muerte por los pecadores.

119. Cristo da «su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45), y así reconcilia a toda la humanidad con Dios. Su sufrimiento y su muerte manifiestan cómo su humanidad fue el instrumento libre y perfecto del Amor divino, que quiere la salvación de todos los hombres.

120. En la última Cena, Jesús realiza anticipadamente la oblación libre de sí mismo. Instituye la Eucaristía como «memorial» (1 Co 11, 25) de su sacrificio, y a sus Apóstoles como sacerdotes.

121. En el huerto de Getsemaní, la voluntad humana del Hijo de Dios se adhiere a la voluntad del Padre; para salvarnos acepta soportar nuestros pecados en su cuerpo, «haciéndose obediente hasta la muerte» (Flp 2, 8).

122. Jesús ha reparado nuestras culpas con la plena obediencia de su amor hasta la muerte, que reconcilia a la humanidad entera con el Padre. Rescata a los hombres de modo único, perfecto y definitivo, y les abre a la comunión con Dios.

123. Al llamar a sus discípulos a tomar su cruz y seguirle (cf. Mt 16, 24), Jesús quiere asociar a su sacrificio redentor a sus beneficiarios.

124. Cristo murió y fue sepultado, pero la virtud divina preservó su cuerpo de la corrupción.

Credo 18: La muerte de Cristo

«JESUCRISTO PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO,
FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO»

112. En el misterio pascual (Pasión, Muerte, Resurrección y Glorificación de Jesús) se cumple el plan salvador de Dios: es el centro de la fe cristiana.

113. Algunos jefes de Israel entregaron a Pilato para que lo condenase a muerte, acusándole de ir contra la fe en el Dios único, porque se proclamaba Hijo de Dios.

114. Jesús, con su muerte expiatoria, ofrece el único sacrificio capaz de redimir todas «las transgresiones cometidas por los hombres contra la Primera Alianza» (Hb 9, 15).

115. Jesús veneró el Templo y se presentó a sí mismo como la morada definitiva de Dios en medio de los hombres.

116. Jesús nunca contradijo la fe en un Dios único.

117. Todo pecador, o sea todo hombre, es realmente causa e instrumento de los sufrimientos del Redentor; y aún más gravemente son culpables aquellos que más frecuentemente caen en pecado y se deleitan en los vicios, sobre todo si son cristianos.

Kahoot sobre el Misterio Pascual.

Credo 17: El Reino de Dios

106. Las tentaciones de Jesús en el desierto recapitulan la de Adán. Cristo, nuevo Adán, resiste, y su victoria anuncia la de su Pasión, en la que su amor filial dará suprema prueba de obediencia.

107. Jesús invita a todos los hombres a entrar en el Reino de Dios; llamándolos a convertirse y aceptar la infinita misericordia del Padre. El Reino pertenece a quienes lo acogen con corazón humilde.

108. Jesús acompaña su palabra con signos y milagros para atestiguar que es el Mesías. Él no ha venido para abolir todos los males de esta tierra, sino ante todo para liberarnos de la esclavitud del pecado.

109. Jesús elige a los Doce, futuros testigos de su Resurrección, y los hace partícipes de su triple misión: enseñar, santificar y gobernar la Iglesia. Pedro ocupa el primer puesto, con la misión de custodiar la fe en su integridad y de confirmar en ella a sus hermanos.

110. En la Transfiguración Jesús muestra que su gloria pasa a través de la cruz, y otorga un anticipo de su resurrección y de su gloriosa venida, «que transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo» (Flp 3, 21).

111. Jesús decide subir a Jerusalén para sufrir su Pasión, morir y resucitar. Como Rey-Mesías entra en la ciudad montado sobre un asno; y es acogido por los pequeños, cuya aclamación es recogida por el Sanctus de la Misa: «¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna! (¡sálvanos!)» (Mt 21, 9).

Credo 16: La santidad de la vida ordinaria

101. Aunque la salvación nos viene plenamente con la Cruz y la Resurrección, la vida entera de Cristo es misterio de salvación, porque todo lo que Jesús ha hecho, dicho y sufrido tenía como fin salvar al hombre caído y restablecerlo en su vocación de hijo de Dios.

102. Además de la oscura espera que ha puesto en el corazón de los paganos, Dios ha preparado la venida de su Hijo mediante la Antigua Alianza, hasta Juan el Bautista.

103. En el Nacimiento de Jesús, la gloria del cielo se manifiesta en la debilidad de un niño; la circuncisión es signo de su pertenencia al pueblo hebreo y prefiguración de nuestro Bautismo; la Epifanía es la manifestación del Rey-Mesías; su retorno de Egipto recuerda el Éxodo y presenta a Jesús como el nuevo Moisés: Él es el verdadero y definitivo liberador.

104. ¿Qué nos enseña la vida oculta de Jesús en Nazaret?
Jesús permanece en el silencio de una existencia ordinaria. Nos permite así entrar en comunión con Él en la santidad de la vida cotidiana, hecha de oración, sencillez, trabajo y amor familiar, de sumisión a María y a José, como imagen de la obediencia de Jesús al Padre.

105. Jesús recibe de Juan el Bautismo para inaugurar su vida pública y anticipar el «Bautismo» de su Muerte. El Bautismo de Jesús es la prefiguración de nuestro bautismo.

Creo 15: La Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra

95. María es verdaderamente Madre de Dios porque es la madre de Jesús (Jn 2, 1; 19, 25). En efecto, aquél que fue concebido por obra del Espíritu Santo y fue verdaderamente Hijo suyo, es el Hijo eterno de Dios Padre. Es Dios mismo.

96. Para ser Madre de Dios, María fue concebida inmaculada: en previsión de los méritos de Jesucristo, fue preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción.

97. ¿Cómo colabora María al plan divino de la salvación? Siendo inmune de todo pecado personal durante toda su existencia, se ofrece totalmente a la Persona y a la obra de Jesús, su Hijo, abrazando con toda su alma la voluntad divina de salvación.

98. Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María sólo por el poder del Espíritu Santo, sin concurso de varón. Él es Hijo del Padre celestial según la naturaleza divina, e Hijo de María según la naturaleza humana, pero es propiamente Hijo de Dios según las dos naturalezas, al haber en Él una sola Persona, la divina.

99. María es siempre virgen en el sentido de que ella «fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen al parir, Virgen durante el embarazo, Virgen después del parto, Virgen siempre» (San Agustín).

100. María tuvo un único Hijo, Jesús, pero en Él su maternidad espiritual se extiende a todos los hombres, que Jesús vino a salvar.