Etiqueta: sacrificio

El óbolo de la viuda: un sacrificio puede ser lo último en el tiempo, lo único que nos queda, y siempre será lo definitivo si lo unimos al único sacrificio de Cristo.

Sonríe… sólo por esta vez. Domingo 32 T.O. (B). Las dos viudas: Todo se lo debemos (dar) a Dios

Sonríe sólo por esta vez (10-11-2024 vuelve a ser 32º Domingo T.O. ciclo B) y se me ocurre este comentario:

Las lecturas del Domingo 32 del tiempo ordinario giran en torno a los casos de dos viudas a las que Dios parece pedir que renuncien a lo que necesitan en su vida, pero en realidad es que Dios quiere darse a nosotros, aunque hace falta fe para ver que salimos ganando por mucho que demos… Y es que no damos de lo nuestro, sino que caemos en la cuenta de que todo lo que tenemos es don de Dios y que damos fruto al «devolvérselo» a Dios voluntariamente: Dios no nos quita nada, nos quiere a nosotros pero no para quitarnos, es para que aceptemos el don de vivir con Él… De ahí que la segunda lectura insista en la perfección del sacerdocio de Cristo: no es alguien que nos pida un pago, es alguien que nos da más de lo que imaginamos.
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La alegría – IV Domingo de Cuaresma

Cielo y alegría tienen sin duda mucho que ver entre sí. Y si en el II Domingo de Cuaresma la Iglesia quería dar sentido al sacrificio recordando que nos espera el Cielo, ahora de nuevo nos insiste en que el sufrimiento no debe provocarnos tristeza, sino que debemos dejarnos llenar por una alegría que, efectivamente, solo es plena tras la Resurrección.

Lecturas del IV Domingo de Cuaresma, llamado Laetare (alegráos, lo cual nos haría confundirlo con el III de Adviento, llamado gaudete, que sí hace referencia estricta a esa expresión usada por san Pablo: por eso se prefiere llamar a este domingo de la alegría).
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Credo 19: El sacrificio de la Cruz, obediencia perfecta

118. Dios envió a su Hijo para que se entregara a la muerte por los pecadores.

119. Cristo da «su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45), y así reconcilia a toda la humanidad con Dios. Su sufrimiento y su muerte manifiestan cómo su humanidad fue el instrumento libre y perfecto del Amor divino, que quiere la salvación de todos los hombres.

120. En la última Cena, Jesús realiza anticipadamente la oblación libre de sí mismo. Instituye la Eucaristía como «memorial» (1 Co 11, 25) de su sacrificio, y a sus Apóstoles como sacerdotes.

121. En el huerto de Getsemaní, la voluntad humana del Hijo de Dios se adhiere a la voluntad del Padre; para salvarnos acepta soportar nuestros pecados en su cuerpo, «haciéndose obediente hasta la muerte» (Flp 2, 8).

122. Jesús ha reparado nuestras culpas con la plena obediencia de su amor hasta la muerte, que reconcilia a la humanidad entera con el Padre. Rescata a los hombres de modo único, perfecto y definitivo, y les abre a la comunión con Dios.

123. Al llamar a sus discípulos a tomar su cruz y seguirle (cf. Mt 16, 24), Jesús quiere asociar a su sacrificio redentor a sus beneficiarios.

124. Cristo murió y fue sepultado, pero la virtud divina preservó su cuerpo de la corrupción.

Credo 18: La muerte de Cristo

«JESUCRISTO PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO,
FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO»

112. En el misterio pascual (Pasión, Muerte, Resurrección y Glorificación de Jesús) se cumple el plan salvador de Dios: es el centro de la fe cristiana.

113. Algunos jefes de Israel entregaron a Pilato para que lo condenase a muerte, acusándole de ir contra la fe en el Dios único, porque se proclamaba Hijo de Dios.

114. Jesús, con su muerte expiatoria, ofrece el único sacrificio capaz de redimir todas «las transgresiones cometidas por los hombres contra la Primera Alianza» (Hb 9, 15).

115. Jesús veneró el Templo y se presentó a sí mismo como la morada definitiva de Dios en medio de los hombres.

116. Jesús nunca contradijo la fe en un Dios único.

117. Todo pecador, o sea todo hombre, es realmente causa e instrumento de los sufrimientos del Redentor; y aún más gravemente son culpables aquellos que más frecuentemente caen en pecado y se deleitan en los vicios, sobre todo si son cristianos.

Kahoot sobre el Misterio Pascual.

Sacramentos 7: La celebración de la Eucaristía

277. La celebración eucarística se desarrolla en la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística, que comprende la plegaria eucarística, con la consagración, y la comunión.

278. El ministro de la celebración de la Eucaristía es el sacerdote (obispo o presbítero), válidamente ordenado, que actúa en la persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia.

279. Los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía son el pan de trigo y el vino de vid.

280. El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio. Son idénticas la víctima y el oferente. Es distinto el modo de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la Eucaristía.

281. La Eucaristía se ofrece por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del cielo está unida a la ofrenda de Cristo.

Tira de Snoopy sobre el libro de Job.

Estudio, trabajo, esfuerzo y sacrificio, ¿hacen madurar a mujeres y hombres?

Madurar es ser hombres y mujeres, y para lograrlo se requiere ejercer la fortaleza en el trabajo y el estudio: para cada uno, es ser protagonista de su vida. Podemos plantear un proyecto de trabajo -con un título algo impersonal- o en realidad un proyecto de vida -con la segunda opción de título, más personal: ¿Qué significa madurar? – ¿En qué voy a cambiar durante este curso?

En este vídeo (a partir de 5:25) vemos como el proyecto y propósito de ser hombre que el rey David expone a su hijo Salomón pasa por el sacrificio vivido en el trabajo o en el estudio. ¿En qué aspectos puede mejorar cada uno su carácter y madurar por medio de la virtud de la fortaleza? En algunos casos, como los vídeos siguientes, parece obvio pues la mera asistencia a clase exige a algunos un esfuerzo extraordinario. ¿Pueden lograr lo mismo quienes lo tienen más fácil?
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