Para un creyente, quizá una de las experiencias más sorprendentes sea la de observar que por mucho que se insista en la importancia de ir a misa los domingos, muchos cristianos no la comprendan y, en consecuencia no se sientan ni atraídos ni obligados ante tal evento. La explicación es que no se trata de algo que hay que comprender, sino de vivir con Cristo resucitado o, por el contrario, mirar a Cristo como un personaje del pasado.
A esto hacía referencia el predicador apostólico, cardenal Raniero Cantalamessa el 26 de marzo de 2021, al comienzo de su cuarta predicación cuaresmal (min. 1,30 al 3), al recordar a la autoridad romana (el procurador Festo) que resumía el problema entre los cristianos (Pablo, preso) y sus acusadores al decir que era una disputa en torno a un cierto difunto llamado Jesús, del que Pablo decía que estaba vivo. Y eso mismo que puede resultar tan chocante, afirmaba Cantalamessa que le pasó a él cuando se dio cuenta de que, por mucho que conociera a Cristo y la religión como verdad, no era para él Jesús la persona viva que realmente es.
Dado que el vídeo está en italiano, quizá sea más útil ver este otro para que cada cual se pregunte, sin necesidad de «examinarse» o dar cuenta de ello a nadie más que a sí mismo y a Dios -puesto que el motivo de esta reflexión es la Resurrección como suceso o hecho que más que forzarnos (con esa visión del precepto dominical) nos pide una explicación, una respuesta, una actitud (que debe ser fundamento, en caso de que le encontremos sentido, para esa recurrente memoria dominical del suceso)-, por ejemplo la siguiente pregunta: ¿Qué milagro creo que me pide Dios a mí?
Nos la planteamos al escuchar esta reflexión de Juan Manuel Cotelo (desde el min. 26 al 47) sobre los milagros de Dios como tarea de equipo, que tienen como fin servir, más aún amar, de una forma incomprensible para el mundo: