Autor: centroeuropa

Creo 15: La Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra

95. María es verdaderamente Madre de Dios porque es la madre de Jesús (Jn 2, 1; 19, 25). En efecto, aquél que fue concebido por obra del Espíritu Santo y fue verdaderamente Hijo suyo, es el Hijo eterno de Dios Padre. Es Dios mismo.

96. Para ser Madre de Dios, María fue concebida inmaculada: en previsión de los méritos de Jesucristo, fue preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción.

97. ¿Cómo colabora María al plan divino de la salvación? Siendo inmune de todo pecado personal durante toda su existencia, se ofrece totalmente a la Persona y a la obra de Jesús, su Hijo, abrazando con toda su alma la voluntad divina de salvación.

98. Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María sólo por el poder del Espíritu Santo, sin concurso de varón. Él es Hijo del Padre celestial según la naturaleza divina, e Hijo de María según la naturaleza humana, pero es propiamente Hijo de Dios según las dos naturalezas, al haber en Él una sola Persona, la divina.

99. María es siempre virgen en el sentido de que ella «fue Virgen al concebir a su Hijo, Virgen al parir, Virgen durante el embarazo, Virgen después del parto, Virgen siempre» (San Agustín).

100. María tuvo un único Hijo, Jesús, pero en Él su maternidad espiritual se extiende a todos los hombres, que Jesús vino a salvar.

Credo 14: Jesucristo, Dios y Hombre verdadero

90. El Hijo de Dios asumió un cuerpo dotado de un alma racional humana. Con su inteligencia humana Jesús aprendió muchas cosas mediante la experiencia. Pero, también como hombre, el Hijo de Dios tenía un conocimiento íntimo e inmediato de Dios su Padre. Conocía los pensamientos de los hombres y los designios eternos que Él había venido a revelar.

91. ¿Cómo concordaban las dos voluntades del Verbo encarnado? Jesús tenía una voluntad divina y una voluntad humana. La voluntad humana de Cristo sigue, sin oposición o resistencia, su voluntad divina, y está subordinada a ella.

92. Cristo asumió un verdadero cuerpo humano, mediante el cual Dios invisible se hizo visible. Por esta razón, Cristo puede ser representado y venerado en las sagradas imágenes.

93. ¿Qué representa el Corazón de Jesús? Cristo nos ha conocido y amado con un corazón humano. Su Corazón traspasado por nuestra salvación es el símbolo del amor infinito que Él tiene al Padre y a cada uno de los hombres.
94. La Virgen María concibió al Hijo eterno en su seno por obra del Espíritu Santo y sin la colaboración de varón: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti» (Lc 1, 35), le dijo el ángel.

Sacramentos 9: La Comunión

289. Los fieles tienen obligación de participar de la Santa Misa todos los domingos y fiestas de precepto. La Iglesia recomienda que se participe también los demás días.

290. La Iglesia recomienda recibir también, con las debidas disposiciones, la sagrada Comunión, estableciendo la obligación de hacerlo al menos en Pascua.

291. Para recibir la sagrada Comunión se debe estar plenamente incorporado a la Iglesia Católica y hallarse en gracia de Dios, es decir sin conciencia de pecado mortal. Quien ha cometido un pecado grave debe confesarse antes de comulgar.

292. Frutos de la sagrada Comunión: acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación, y nos hace crecer en el amor al prójimo. Perdona los pecados veniales y preserva de los pecados mortales.

293. Los ministros católicos pueden dar lícitamente la Comunión a los miembros de las Iglesias orientales que lo soliciten, y a miembros de otras comunidades eclesiales que, en una grave necesidad, la pidan y manifiesten la fe católica respecto al sacramento.

294. La Eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición del cielo.

Credo 13: Jesucristo nació de Santa María Virgen

85. El Hijo de Dios se encarnó en el seno de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, por nosotros los hombres y por nuestra salvación.

86. La Iglesia llama «Encarnación» al misterio de la unión admirable de la naturaleza divina y la naturaleza humana de Jesús en la única Persona divina del Verbo.

87. En la unidad de su Persona divina, Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, de manera indivisible.

88. El Concilio de Calcedonia (año 451) enseña que Jesucristo es consubstancial con el Padre según la divinidad, y consubstancial con nosotros según la humanidad; “en todo semejante a nosotros, menos en el pecado” (Hb 4, 15).

89. Todo en la humanidad de Jesús –milagros, sufrimientos y la misma muerte– debe ser atribuido a su Persona divina, que obra a través de la naturaleza humana que ha asumido.

Moral 10: La Iglesia, Madre y Maestra

429. La Iglesia es la comunidad en la que el cristiano nutre su vida moral, acogiendo la Ley de Cristo, recibiendo la gracia de los sacramentos y uniéndose a la ofrenda de Cristo.

430. El Magisterio de la Iglesia interviene en el campo moral porque su misión es predicar lo que hay que creer y practicar, incluyendo la ley natural.

431. Los preceptos de la Iglesia garantizan que los fieles cumplan un mínimo indispensable en oración, vida sacramental, moral, y amor a Dios y al prójimo.

432. Los 5 preceptos de la Iglesia son (MCCCA): 1) Ir a misa y santificar los domingos y fiestas. 2) Confesarse al menos una vez al año. 3) Comulgar en Pascua. 4) Abstinencia y ayuno (Cuaresma). 5) Ayudar a la Iglesia en sus necesidades materiales.

433. La vida moral de los cristianos es necesaria para evangelizar porque si no se parecen a Jesucristo no pueden atraer a los hombres hacia el verdadero Dios.

Credo 12: Jesucristo, Hijo único de Dios

79. La Buena Nueva es el anuncio de Jesucristo.

80. De su conocimiento surge el deseo de transmitirla (evangelizar).

81. El nombre de Jesús significa Dios salva, designa su misión y su carácter de único Salvador.

82. Jesús es llamado Cristo (griego) y Mesías (hebreo), que significa «ungido», porque ha sido consagrado por el Padre, ungido por el Espíritu Santo para su misión redentora.

83. Es Hijo unigénito por su relación con el Padre. Es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

84. Es Señor porque es Dios. Jesús revela su divinidad mediante su poder sobre la naturaleza, los demonios, el pecado y la muerte, particularmente con su Resurrección. Se le debe la misma gloria que al Padre y el hombre le debe someter su propia libertad personal.

Sacramentos 7: La celebración de la Eucaristía

277. La celebración eucarística se desarrolla en la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística, que comprende la plegaria eucarística, con la consagración, y la comunión.

278. El ministro de la celebración de la Eucaristía es el sacerdote (obispo o presbítero), válidamente ordenado, que actúa en la persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia.

279. Los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía son el pan de trigo y el vino de vid.

280. El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio. Son idénticas la víctima y el oferente. Es distinto el modo de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la Eucaristía.

281. La Eucaristía se ofrece por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del cielo está unida a la ofrenda de Cristo.

Lumen Gentium cap. 5

Moral 9: Gracia y Justificación: llamados a la santidad


422. La justificación es la acción misericordiosa y gratuita de Dios, que borra nuestros pecados, por medio de la gracia del Espíritu Santo, que la Pasión de Cristo nos ha merecido y se nos ha dado en el Bautismo. Con ella comienza la libre respuesta del hombre, la fe en Cristo y la colaboración con la gracia.

423. La gracia que justifica es un don gratuito de Dios, por el que nos hace partícipes de su vida y capaces de obrar por amor a Él. Se le llama gracia habitual. Es sobrenatural, depende de la iniciativa gratuita de Dios.
424. Existen otros tipos de gracia: actuales (dones en circunstancias particulares); sacramentales; especiales o carismas, entre las que se encuentran las gracias de estado.

425. La gracia previene, prepara y suscita la libre respuesta del hombre; responde a las profundas aspiraciones de la libertad humana, la invita a cooperar y la conduce a su perfección.
426. El mérito es lo que da derecho a la recompensa por una obra buena. Dios da al hombre la posibilidad de adquirir méritos, mediante la unión a la caridad de Cristo, fuente de nuestros méritos ante Dios.

427. Podemos merecer las gracias útiles para santificarnos y los bienes temporales que nos convienen. Nadie puede merecer la primera gracia, que está en el origen de la conversión y de la justificación.

428. Todos los fieles estamos llamados a la santidad cristiana. Ésta es plenitud de la vida cristiana y perfección de la caridad, y se realiza en la unión íntima con Cristo y, en Él, con la Santísima Trinidad.
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