Como se recordará, los procedimientos de inducción para demostrar la existencia de Dios pueden resumirse en dos principales: una demostración objetiva, por la que inducimos la existencia del ser necesario, ilimitado, infinito, etc., a partir de los seres contingentes, limitados, finitos; y la demostración subjetiva (que no está en los seres externos, sino en el interior del sujeto que conoce), consistente en el deseo de felicidad, que no puede haber causado un ser limitado: o si se prefiere, de todo el ser humano, con su inteligencia y voluntad ilimitadas en su potencia, que remiten como causa a un ser infinito. Existe también un argumento sociológico que prueba la existencia de Dios.
La frase tomada de una revelación privada a santa Teresa de Jesús puede servir para ver cómo ambas pruebas se unifican en una realidad: Dios crea por amor y cada persona es creada para amar.
El texto de Romanos 1 (19-23) nos recuerda la paradoja de que la afirmación de que no hace falta la fe para conocer a Dios es una verdad de fe; no sería justo que Dios no diera a cada persona el instrumento para conocerle -la razón- y amarle -la voluntad-, o mejor dicho, se los diera pero sin que fueran capaces de alcanzar su fin.
Un par de gráficos realizados por alumos de 2º de Bachillerato del Colegio León XIII de Málaga, publicados por su profesor:
Seguir leyendo «Para demostrar la existencia de Dios (filosofía realista)»