El deseo de felicidad es la prueba subjetiva de la existencia de Dios marcada en el corazón de cada ser humano. Sobre ello nos hablan las lecturas del 25º domingo del Tiempo Ordinario (ciclo C: leccionario I). Solo Dios puede saciar ese deseo, en cambio, muchos son los hombres que caen en la avaricia y desprecian a los pobres y la pobreza; frente a ellos Jesús recuerda que no se puede servir a Dios y a las riquezas. El amor a Dios y el amor al prójimo son dos caras de una misma moneda, en cambio, es incompatible con ellos el egoísmo del amor propio, cuyo exclusivismo manifiesta particularmente la avaricia: El dinero no da la felicidad, que en cambio exige salir de uno mismo y darse a los demás.
Seguir leyendo «Dios es el objeto de nuestro deseo de felicidad (Tiempo ordinario, C, 25º domingo)»