En la entrevista que hice al mayor conocedor del Milagro eucarístico «de los pececillos» (Miracle dels Peixets) o de Alborada-Almácera, podría destacar la novedad que supuso el libro de Victor Ramon Panach (léase Pának) Rosat al señalar que no fueron dos ni tres, sino solo un pez quien recogió la eucaristía caída en barranco Carraixet; pero después de ver varias veces el vídeo (ya que solo a la tercera pude emitirlo) veo que lo más curioso es que la motivación del milagro parece ser algo tan sencillo en apariencia como mejorar la atención pastoral de una localidad, Almácera, que era subsidiaria de la parroquia de Alboraya, pero que como se vio en el caso del sacerdote que con todo su esfuerzo quiso atender al moribundo, no se podía atender bien a causa de las crecidas del barranco.
Si la principal prueba del milagro es la existencia de la parroquia del Santísimo Sacramento de Almácera, como dice Panach, también es verdad la inversa: que la parroquia existe por el milagro, que el milagro sucedió para forzar esa mejora: si se sitúa el milagro en 1348 y el establecimiento de la parroquia en 1352, parece obvio que el juicio incoado para ver qué había pasado, es decir, por el milagro, evidenció las reclamaciones de un pueblo que, como dice graciosamente el entrevistado, se quejaba de que no iba a verles «ni Dios» cuando pasaban necesidad.
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Milagro, Prodigio y enigma eucarísticos en Moraleja de Enmedio
Les saludo desde Moraleja de Enmedio, localidad madrileña donde en los meses más terribles de la persecución religiosa de 1936 se produjo el prodigio de conservarse intactas 24 sagradas formas eucarísticas consagradas que el párroco de la localidad dejó en un copón antes de huir para salvar la vida y que durante buena parte de esos cuatro meses iniciales de la Guerra Civil Española estuvieron a la intemperie o en condiciones de mucha humedad. El prodigio no acabó allí, ya que esas formas han continuado incorruptas y en perfecto estado durante más de 80 años.
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La vocación y el tiempo ordinario: de Samuel a Juan y Andrés
Pasada ya la primera semana del Tiempo Ordinario (ciclo B), cuyo domingo en realidad era el final del Tiempo de Navidad (Bautismo del Señor), entramos de lleno en este nuevo tiempo con un domingo cuyos textos nos hablan de vocación.
Samuel: de este episodio podemos resaltar que Dios nos habla siempre por medio de otros: nuestra vocación es en la Iglesia, y no por ello deja de implicar una relación personal con Dios. En la Iglesia discernimos la llamada, como Samuel consultó con Elí. Dios busca respuesta (salmo 39: llevo tu ley en mis entrañas).
Pablo: Nuestra vocación es sobrenatural. No estamos llamados a vivir solo en la carne, y por tanto a buscar los placeres corporales como si fueran nuestro fin: nada, tampoco la sexualidad, es intrascendente. Tenemos la capacidad de alcanzar el infinito, conocer y amar a Dios, pero no porque lo hayamos conquistado: somos invitados por Dios, por eso no nos pertenecemos.
Sobre la trascendencia -el cuerpo es para amar y Cristo es el verdadero amor de nuestra vida- habla el párroco de Simancas:
Dios tiene un plan y nos cambia el nombre: La relación es personal, de conocimiento (¿dónde vives?), afecto (Juan recuerda la hora) y seguimiento: venid y lo veréis; la misma expresión que había empleado Felipe al llamar -una vez más la figura del intermediario- a Natanael.
En esta predicación en inglés el párroco de Leigh-on-Sea (Essex, Inglaterra), Ft Kevin Hale, recuerda con palabras de san Juan Pablo II que la religión católica, Jesucristo, no es una idea, sino una persona, e insiste en que el encuentro con Él se realiza en la Misa, donde él renueva su entrega por nosotros, que nos espera en la Eucaristía.
Papa Francisco: Dios llama a la vida, a la fe y a un estado de vida.
La llamada es también un momento que se recuerda y que anima a invitar a otros al encuentro.
El tiempo ordinario nos recuerda que la llamada y la santidad no es para unos pocos privilegiados,sino para todos.
Si no te paras y agradeces, das coces
Textos del XXV domingo del Tiempo Ordinario (ciclo A) con la parábola de los siervos que reciben el mismo pago (los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos).
Isaías 55: Dios es rico en perdón.
Salmo 144: Merece alabanza, es rico en perdón, está cerca de los que lo invocan.
Filipenses 1: Cristo será glorificado por mi vida o por mi muerte. Lo importante es llevar una vida digna del Evangelio.
Mateo 20: ¿Vas a tener envidia porque soy bueno?
Comentarios y homilías:
Sacramentos 8: Presencia de Cristo en la Eucaristía
Para introducir este tema en tiempo de Pascua, la pregunta podría ser: ¿dónde está hoy Jesucristo resucitado? Habría tres respuestas. Pero antes que nada, mientras esperamos que lleguen los que faltan, podemos ver esta galería de cuadros sobre la Eucaristía en El Prado, así como oír y meditar el Adoro te devote, himno compuesto por Santo Tomás de Aquino en 1264 para la Fiesta de Corpus Chirsti:
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Sacramentos 9: La Comunión
289. Los fieles tienen obligación de participar de la Santa Misa todos los domingos y fiestas de precepto. La Iglesia recomienda que se participe también los demás días.
290. La Iglesia recomienda recibir también, con las debidas disposiciones, la sagrada Comunión, estableciendo la obligación de hacerlo al menos en Pascua.
291. Para recibir la sagrada Comunión se debe estar plenamente incorporado a la Iglesia Católica y hallarse en gracia de Dios, es decir sin conciencia de pecado mortal. Quien ha cometido un pecado grave debe confesarse antes de comulgar.
292. Frutos de la sagrada Comunión: acrecienta nuestra unión con Cristo y con su Iglesia, conserva y renueva la gracia, recibida en el Bautismo y la Confirmación, y nos hace crecer en el amor al prójimo. Perdona los pecados veniales y preserva de los pecados mortales.
293. Los ministros católicos pueden dar lícitamente la Comunión a los miembros de las Iglesias orientales que lo soliciten, y a miembros de otras comunidades eclesiales que, en una grave necesidad, la pidan y manifiesten la fe católica respecto al sacramento.
294. La Eucaristía es prenda de la gloria futura porque nos colma de toda gracia y bendición del cielo.
Sacramentos 7: La celebración de la Eucaristía
277. La celebración eucarística se desarrolla en la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística, que comprende la plegaria eucarística, con la consagración, y la comunión.
278. El ministro de la celebración de la Eucaristía es el sacerdote (obispo o presbítero), válidamente ordenado, que actúa en la persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia.
279. Los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía son el pan de trigo y el vino de vid.
280. El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio. Son idénticas la víctima y el oferente. Es distinto el modo de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la Eucaristía.
281. La Eucaristía se ofrece por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del cielo está unida a la ofrenda de Cristo.
Sacramentos 6: La Eucaristía en el designio de salvación
271. La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y Sangre de Jesús que Él instituyó para perpetuar el sacrificio de la Cruz. Es el memorial de su Muerte y Resurrección, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la vida eterna. Seguir leyendo «Sacramentos 6: La Eucaristía en el designio de salvación»