Mes: enero 2017

Sacramentos 7: La celebración de la Eucaristía

277. La celebración eucarística se desarrolla en la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística, que comprende la plegaria eucarística, con la consagración, y la comunión.

278. El ministro de la celebración de la Eucaristía es el sacerdote (obispo o presbítero), válidamente ordenado, que actúa en la persona de Cristo Cabeza y en nombre de la Iglesia.

279. Los elementos esenciales y necesarios para celebrar la Eucaristía son el pan de trigo y el vino de vid.

280. El sacrificio de la Cruz y el sacrificio de la Eucaristía son un único sacrificio. Son idénticas la víctima y el oferente. Es distinto el modo de ofrecerse: de manera cruenta en la cruz, incruenta en la Eucaristía.

281. La Eucaristía se ofrece por todos los fieles, vivos y difuntos, en reparación de los pecados de todos los hombres y para obtener de Dios beneficios espirituales y temporales. También la Iglesia del cielo está unida a la ofrenda de Cristo.

Lumen Gentium cap. 5

Moral 9: Gracia y Justificación: llamados a la santidad


422. La justificación es la acción misericordiosa y gratuita de Dios, que borra nuestros pecados, por medio de la gracia del Espíritu Santo, que la Pasión de Cristo nos ha merecido y se nos ha dado en el Bautismo. Con ella comienza la libre respuesta del hombre, la fe en Cristo y la colaboración con la gracia.

423. La gracia que justifica es un don gratuito de Dios, por el que nos hace partícipes de su vida y capaces de obrar por amor a Él. Se le llama gracia habitual. Es sobrenatural, depende de la iniciativa gratuita de Dios.
424. Existen otros tipos de gracia: actuales (dones en circunstancias particulares); sacramentales; especiales o carismas, entre las que se encuentran las gracias de estado.

425. La gracia previene, prepara y suscita la libre respuesta del hombre; responde a las profundas aspiraciones de la libertad humana, la invita a cooperar y la conduce a su perfección.
426. El mérito es lo que da derecho a la recompensa por una obra buena. Dios da al hombre la posibilidad de adquirir méritos, mediante la unión a la caridad de Cristo, fuente de nuestros méritos ante Dios.

427. Podemos merecer las gracias útiles para santificarnos y los bienes temporales que nos convienen. Nadie puede merecer la primera gracia, que está en el origen de la conversión y de la justificación.

428. Todos los fieles estamos llamados a la santidad cristiana. Ésta es plenitud de la vida cristiana y perfección de la caridad, y se realiza en la unión íntima con Cristo y, en Él, con la Santísima Trinidad.
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Credo 11: La caída: el pecado de los ángeles y los hombres

74. Satanás y los otros demonios rechazaron a Dios, mediante una libre e irrevocable elección, dando así origen al infierno. Intentan asociar al hombre a su rebelión, pero Dios afirma en Cristo su victoria.

75. Por el primer pecado, el hombre, tentado por el diablo, quiso «ser como Dios» (Gn 3, 5). Adán y Eva perdieron, para sí y para todos sus descendientes, la gracia de la santidad y de la justicia originales.

76. El pecado original, en el que todos los hombres nacen, es el estado de privación de la santidad y de la justicia originales. Es un pecado «contraído» no «cometido» por nosotros; es una condición de nacimiento.

77. Como consecuencia del pecado original, la naturaleza humana se halla herida, sometida a la ignorancia, al sufrimiento y a la muerte, e inclinada al pecado. Esta inclinación al mal se llama concupiscencia.

78. Dios no ha abandonado al hombre al poder de la muerte, antes al contrario, le predijo que el mal sería vencido y el hombre levantado de la caída. Por ello, la caída será incluso llamada feliz culpa.

Cuestiones disputadas:

De dónde salió la esposa de Caín. Puesto que en este tema se habla de Adán y Eva, aparece la pregunta de si se casaron entre sí sus descendientes, lo cual parece necesario para que sean los padres de toda la humanidad.

Credo 10: El hombre, imagen y semejanza de Dios

66. El hombre es imagen de Dios porque es capaz de conocer y amar libremente a su Creador. Única criatura terrenal a la que Dios ama por sí misma, ya que solo a ella la invita a compartir su vida divina. Por eso es persona, capaz de conocerse y de darse a otros, entrando en comunión con ellos.

68. Los hombres forman una unidad porque tienen el mismo Creador y Salvador, y están llamados a compartir la felicidad.

69. Espíritu y materia forman una única naturaleza. Gracias al principio espiritual (alma), el cuerpo material se hace viviente, humano y participa de la dignidad de imagen de Dios.

70. El alma espiritual es creada directamente por Dios y es inmortal.

71. Hombre y mujer tienen la misma dignidad y son complementarios: está creados el uno para el otro, para vivir en comunión, transmitir la vida, ser una sola carne en el matrimonio y dominar la tierra.

72. Hombre y mujer fueron creados en estado de santidad y justicia con una especial participación de la vida divina: en armonía perfecta consigo, entre ellos, con Dios y la Creación, no debían sufrir ni morir.

Sacramentos 6: La Eucaristía en el designio de salvación

271. La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y Sangre de Jesús que Él instituyó para perpetuar el sacrificio de la Cruz. Es el memorial de su Muerte y Resurrección, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la vida eterna. Seguir leyendo «Sacramentos 6: La Eucaristía en el designio de salvación»