En la entrevista que hice al mayor conocedor del Milagro eucarístico «de los pececillos» (Miracle dels Peixets) o de Alborada-Almácera, podría destacar la novedad que supuso el libro de Victor Ramon Panach (léase Pának) Rosat al señalar que no fueron dos ni tres, sino solo un pez quien recogió la eucaristía caída en barranco Carraixet; pero después de ver varias veces el vídeo (ya que solo a la tercera pude emitirlo) veo que lo más curioso es que la motivación del milagro parece ser algo tan sencillo en apariencia como mejorar la atención pastoral de una localidad, Almácera, que era subsidiaria de la parroquia de Alboraya, pero que como se vio en el caso del sacerdote que con todo su esfuerzo quiso atender al moribundo, no se podía atender bien a causa de las crecidas del barranco.
Si la principal prueba del milagro es la existencia de la parroquia del Santísimo Sacramento de Almácera, como dice Panach, también es verdad la inversa: que la parroquia existe por el milagro, que el milagro sucedió para forzar esa mejora: si se sitúa el milagro en 1348 y el establecimiento de la parroquia en 1352, parece obvio que el juicio incoado para ver qué había pasado, es decir, por el milagro, evidenció las reclamaciones de un pueblo que, como dice graciosamente el entrevistado, se quejaba de que no iba a verles «ni Dios» cuando pasaban necesidad.
Y a partir de ahí, otras muchas consideraciones pueden sacarse, también la del título: que el pez hizo ver que en la Eucaristía está Uno que «es más que Jonás»…
La pervivencia y mejora de la devoción eucarística es sin duda un fruto del milagro, pero también muestra la respuesta de la gente, en cierto sentido mejor que en otras partes.
Todo reconocimiento de derechos, en este caso la concesión de la parroquia, puede tener efectos nocivos, como la rivalidad entre lo que antaño fueron dos poblaciones con la misma parroquia… Incluso la existencia de dos tradiciones dispares y ambas erróneas es una buena lección sobre la importancia de documentar las cosas…
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