Quiero hablarles de un reciente viaje a Eslovaquia y Austria, en el que me encontré con amigos y compañeros de trabajo a los que, en su mayoría, no veía desde hacía más de 20 años. La impresión que tuve, en la mayoría de los casos, era que el tiempo no había pasado, y que seguía unido a esas personas, incluso más que antes. A pesar de tantos refranes que dicen que las distancias rompen las amistades, la realidad que he experimentado en este viaje es que la amistad puede superar las barreras de tiempo y espacio. Por eso, porque esas personas que fui a visitar me querían, y yo también a ellas, pienso que tuve esa sensación de que el tiempo no había pasado.