Moral 4. Tercera parte del Compendio (vida en el Espíritu), capítulo primero (dignidad humana), las virtudes, que son 377 disposiciones habituales y firmes para hacer el bien, pueden ser humanas y teologales.
378 (Virtudes humanas). Son perfecciones habituales del entendimiento y la voluntad que guían nuestra conducta (regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones) conforme a razón y fe. Se adquieren por actos buenos repetidos y se purifican por la gracia.
380. Prudencia dispone la razón para discernir el bien y los medios para alcanzarlo.
381. Justicia es la voluntad de dar a cada uno lo que le es debido (a Dios: religión).
382. Fortaleza es firmeza y constancia en la búsqueda del bien.
383. Templanza es el dominio de la voluntad sobre los instintos.
384. Virtudes teologales son las que tienen por objeto a Dios, son don suyo (gracia). Por la fe creemos en Dios, por la esperanza deseamos el cielo como nuestra felicidad y por la caridad amamos a Dios: Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza…
389. Dones del Espíritu Santo son disposiciones permanentes que facilitan seguir las inspiraciones divinas. 390. Los frutos son perfecciones plasmadas como anticipo de la gloria divina: Caridad, gozo, paz, paciencia…
PARA explicar la importancia de las virtudes puede servir la anécdota del anciano que contaba que, siendo joven, le pedía a Dios que le ayudara a cambiar el mundo; siendo maduro, que le ayudara a cambiar al menos a sus familares y amigos, y siendo anciano pedía que le ayudara a cambiarse a sí mismo, y de paso se lamentaba de haber perdido tantos años hasta comprender que la principal tarea que cada uno tiene para mejorar el mundo es su conversión personal. Para comprender la importancia de las virtudes humanas, puede servir la comparación que hacía un santo de que pretender adquirir las virtudes sobrenaturales sin las humanas es como vestirse con joyas yendo en paños menores… A ambas cosas hace referencia el cardenal Bergoglio, luego papa Francisco:
Un vídeo comentando el conjunto de virtudes cardinales y teologales:
Y para adivinar qué virtud cardinal puede ser más urgente que adquieran los adolescentes de hoy día:
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