Lecturas del Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario (ciclo B). Cuadro: La moneda del César (1646) Antonio Arias Fernández, Museo del Prado.
Las lecturas de este domingo están unidas por la búsqueda de la felicidad, para la cual se nos presenta como el instrumento más adecuado la sabiduría (en la primera lectura, Libro de la Sabiduría 7,7-11: de paso podríamos recordar cómo Dios felicitó a Salomón porque lo que pidió fue sabiduría más que poder, riquezas o placeres).
A esa sabiduría se remite el Salmo 90 cuando pide a Dios que nos enseñe a aprovechar el tiempo («calcular nuestros años») y al decir «sácianos con tu amor» avanza un paso más al dejar claro que la sabiduría no es una mera contemplación de la verdad, sino alcanzar con la voluntad el bien (amor).
En la segunda lectura (Carta a los Hebreos 4,12-13) el famoso y enigmático texto de san Pablo sobre la Palabra viva de Dios como espada que discierne, en este caso tiene una explicación sencilla al apuntar hacia el texto del Evangelio, en el que Cristo, que es la Palabra de Dios hecha carne, que viene a enseñar al alma que quiere saber qué es lo bueno.
Por fin el Evangelio (San Marcos 10,17-30) nos presenta al joven que pregunta a Jesús por el camino del bien, para llegar más allá del punto que ha alcanzado ya al cumplir los mandamientos, en los que podríamos ver esa sabiduría que cualquiera puede alcanzar con la razón. Cuando Jesús le propone que se fíe completamente de Él siguiéndole, el joven no es capaz de renunciar a «lo suyo». Como manifestación inmediata de no seguir el camino de la felicidad, aparece en el rostro del joven al que Cristo había manifestado su amor, la tristeza.
Menciono el comentario de este evangelio en los canales de dos sacerdotes que publican a diario breves explicaciones litúrgicas:
Padre Santi (Parroquia Sagrado Corazón de Talavera)
Padre Borre en Ilumina Más: