Milagro de Gorcum

La Sagrada Forma de El Escorial: Dios se deja maltratar y también querer

¿Qué pueden tener en común la apacible ciudad holandesa que aparece en esta fotografía y la sacristía del Monasterio de El Escorial, en Madrid? Síganme en este vídeo del canal Centroeuropa y les contaré que la reliquia más valiosa que conserva El Escorial es una Forma eucarística que se dice que procede de un milagro que sucedió precisamente en la llamada gran Iglesia de esa ciudad del sur de Holanda llamada Gorcum o Gorinchem (pronunciado Jorkem en neerlandés), 60 km al sur de Ámsterdam y haciendo frontera con Bravante.



De la historia del llamado milagro de Gorinchem o de la Sagrada Forma de El Escorial quizá puede aprenderse que Dios se deja maltratar con tal de acompañar a los hombres. Y así es como, según parece, esta hostia consagrada sangró al ser pisoteada por uno de los protestantes que asaltaron en junio de 1572 la principal iglesia católica de Gorinchem.

Con el paso del tiempo, la adoración de la Sagrada Forma se convirtió en el centro de la vida del monasterio de El Escorial, pero en la actualidad ya solo se expone a la veneración un único día al año. También de eso quizá se podrían extraer conclusiones, pero las dejaré para el final y ahora les contaré los datos de la historia.

La toma de Gorinchem por los rebeldes holandeses contrarios al gobierno de Felipe II de España, que se hacían llamar mendigos del mar, fue un episodio particularmente violento, desde el punto de vista religioso, ya que en esa ciudad los calvinistas capturaron a 19 religiosos a los que mantuvieron presos y torturaron del 26 de junio al 6 de julio.

Después los trasladaron a la fortaleza de Brielle, frente al puerto de Rotterdam, donde el jefe de los mendigos del mar, Guillermo II de La Marck, les conminó a abjurar de la religión católica y la obediencia al Papa: no olvidemos que el lema de estos piratas era “antes turcos que papistas”. Dos de los presos abjuraron de la fe y salvaron la vida. Los otros 17 fueron ahorcados el 9 de julio de 1572. Cada año en esa fecha se celebra su festividad como mártires, ya que como tales fueron beatificados en 1673 y canonizados en 1865.

La sangrienta persecución de Gorinchem afectó a personas y a cosas, porque los calvinistas eran iconoclastas y destruían las imágenes, sin reconocer nada sagrado, tampoco la eucaristía. El fenómeno sorprendente fue que la hostia pisoteada por los asaltantes, que por su mayor tamaño parece haber sido la destinada a ser adorada en una custodia, sangró por los tres agujeros que le hicieron los tacones de las botas de un soldado o pirata.

Parece que Dios hubiera querido acompañar el sufrimiento de los mártires con la efusión de su sangre eucarística. Más detalles sobre la vida de esos mártires, 11 de ellos franciscanos, y sobre las peripecias que sufrió la Sagrada Forma después de ser recogida por el propio asaltante que la pisó y por un sacerdote de la Iglesia, llamado Juan van der Delft y presentado como deán de la catedral, pueden verse en varios textos, para empezar el libro Vidas de los Padres Martires y otros principales santos, de Albano Butler (volumen VII, páginas 144 y 145).

Mártires de Gorcum, 1572.
Mártires de Gorcum, 1572.
Mártires de Gorcum, 1572.
Mártires de Gorcum, 1572.

Les invito a consultar tres obras sobre la Forma de El Escorial, escritas por sendos sacerdotes agustinos, es decir pertenecientes a la orden que, tras restaurarse la vida monástica en 1885 en El Escorial, fueron encargados de custodiar ese Monasterio que Felipe II había encargado a los monjes jerónimos, expulsados en 1837 por la furia desamortizadora de Mendizábal.

En cuanto a las peripecias de la Hostia consagrada que se salvó de los sacrilegios de Gorinchem, el propio deán que la preservó documentó lo sucedido, y las personas que la custodiaron posteriormente en Viena hicieron lo mismo, pero cuando esa forma fue enviada al rey de España, Felipe II, la regaló al Monasterio de El Escorial, para que se conservara junto con otras reliquias, pero sin darle un culto especial mientras no se probara que era una hostia consagrada.

Las consultas enviadas a Holanda a fines del siglo XVI pidiendo nuevos testimonios sobre la autenticidad de la Sagrada Forma que se conservaba en El Escorial, no obtuvieron resultado, como cabía suponer que sucediera en la situación de guerra que vivía aquel país. De todos modos, la Sagrada Forma era cuidada con veneración y así los monjes la pusieron a salvo cuando el incendio de 1671 amenazó con destruirla.

En el último cuarto del siglo XVII, el joven rey Carlos II mostró una particular devoción a la Sagrada Forma de El Escorial. Dicha devoción se vio indirectamente favorecida por un hecho sacrílego, que fue la irrupción y toma de El Escorial en 1677 por nobles y militares que perseguían al valido de la reina regente Mariana de Austria, llamado Fernando de Valenzuela, al que tras varios días de búsqueda encontraron y desterraron en Filipinas.

Los nobles rebeldes, encabezados por el virrey de Aragón, Juan José de Austria, que era hijo extramarital de Felipe IV y por tanto hermanastro del rey Carlos II, fueron excomulgados por el prior del monasterio y el Papa exigió que como penitencia construyeran una nueva capilla.

El rey Carlos II, que durante su estancia ese año en El Escorial adquirió devoción a la Santa Forma, quiso pagar la penitencia para levantar la excomunión de su hermanastro y de los demás nobles, convirtiendo un reloj que le habían regalado en templete para custodiar la Sagrada Forma del Milagro de Gorinchem, y acondicionando para él un nuevo altar en la sacristía.

Terminadas las obras, la Santa Forma se trasladó del altar principal del Monasterio al nuevo altar de la Sacristía el 19 de octubre de 1684, aprovechando la ocasión para hacer solemne acción de gracias por la liberación de Viena del asedio turco. Además, el rey Carlos II encargó a Claudio Coello que pintara el cuadro de la Adoración de la Sagrada Forma, tarea que el artista culminó en 1690.

En adelante, y durante un siglo, la adoración de la Sagrada Forma pasaría a ser una misión importante de los monjes en El Escorial. El papa Inocencio XII había dado indulgencia y permiso en 1692 a Carlos II para que la forma fuera expuesta y adorada solemnemente dos días: el de san Miguel, 29 de septiembre, y el cumpleaños de la reina, 28 de octubre.

Los demás días, por orden y a cuenta del rey, ardían constantemente dos cirios ante el altar, y esas normas se mantuvieron durante los reinados de sus sucesores los borbones Felipe V y Fernando VI. Cuando la Sagrada Forma no estaba expuesta para la adoración, el cuadro de Claudio Coello que hace de velo ocultándola, se retiraba bajándolo mediante un mecanismo al piso de abajo, cosa que aún hoy sucede.

Se pueden comparar las semejanzas del cuadro de Coello con la copia que exactamente un siglo después, en 1792, hizo Vicente López Portaña, y que se conserva en El Prado: Portaña hace las figuras más grandes en comparación y no copia con exactitud la arquitectura: su techo parece más bajo; pero la única diferencia precisa parece ser el número 6 que Claudio Coello pinta, quizá a modo de firma, casi en el borde del manto humeral, bajo las  manos del sacerdote que está bendiciendo con la custodia.

Las peripecias sufridas por la Sagrada Forma en el monasterio dan prueba de que los monjes siempre se preocuparon por salvarla de las profanaciones: primero fueron los jerónimos frente a la invasión francesa, y luego los agustinos durante la guerra civil. Los franceses se llevaron a Francia todas las joyas que había encargado Carlos II, de modo que Fernando VII e Isabel II realizaron un nuevo templete y una nueva custodia.

En la guerra civil, la reliquia fue ocultada en una zona donde había reliquias de menor importancia, y así se salvó, aunque no se salvaron los 98 agustinos que fueron beatificados en 2007 como mártires, 63 de ellos fueron fusilados en Paracuellos de Jarama, y entre ellos estaba la mayoría de los religiosos de El Escorial. Solo uno de los que habían ocultado la Sagrada Forma sobrevivió: el sacristán y padre José Llamas.

Una vez más con el expolio de la persecución desapareció la mayoría de las joyas, como el templete encargado por Fernando VII y terminado en tiempos de Isabel II. En 1942 alguien robó la custodia que habían regalado Isabel II y su marido Francisco de Asís en 1856, cuando por apenas 100 días regresaron los monjes tras la desamortización, pero el ladrón de 1942 tuvo suficiente respeto a la Eucaristía como para dejar el viril que contenía la Sagrada Forma. A partir de ese momento los agustinos adquirieron una caja fuerte para custodiar la Forma cuando no estuviera expuesta. En agosto de 1944, se estrenó la nueva custodia, que es la que se conserva en la actualidad, fabricada por Granda y regalada por los agustinos.

El libro del agustino Severino Peque, en 1952, nos habla de un Monasterio de El Escorial cuya vida de piedad gira en torno a la Sagrada Forma, al igual que menciona Benito Mediavilla para el primer periodo en que los agustinos se instalaron en el Monasterio desde 1885: La reliquia se exponía solemnemente a diario y de forma menos solemne era adorada continuamente por al menos dos religiosos.

En algún momento posterior, las exposiciones solemnes se limitaron a los dos días para los que había dado indulgencias Inocencio XII. Finalmente, se ha reducido a una única exposición anual, el último domingo de septiembre tras la misa de 10 de la mañana y terminando la exposición (en el altar de la Sacristía, bajando el cuadro de Claudio Coello gracias al mecanismo al que está conectado) con la misa de las 13 horas. En ese único día son muchos los fieles, de San Lorenzo de El Escorial pero también de Madrid y otros lugares, que acuden a expresar su devoción a la Sagrada Forma.

Puesto que fracasó el intento de Felipe II por documentar mejor la procedencia de la forma, cabe como en otros casos la pregunta sobre si el examen de la propia forma, y en particular de las zonas enrojecidas supuestamente por sangre, puede aportar algún dato que certifique su carácter milagroso y su incorruptibilidad. Así lo creyó y lo pidió expresamente el ex rector de la Universidad Complutense, Gustavo Villapalos, según me ha relatado el padre Benito Mediavilla, autor del folleto más reciente sobre esta reliquia.

Cuando Patrimonio Nacional trasladó a la comunidad de monjes agustinos la propuesta de Villapalos, tras examinarla y de acuerdo con la comunidad, el prior de los agustinos expresó su opinión de que no podía confiarse en que el estado de incorruptibilidad de la Forma fuese permanente, pues habían aparecido grietas y era probable que, si se abría el viril para extraer la Forma, esta se deshiciese por completo, según la explicación que me transmitió el padre Benito Mediavilla.

Frente a la posible conclusión negativa de que la devoción a la Sagrada Forma de El Escorial ha decaído -el padre Mediavilla también me transmitió que no se han comunicado nunca milagros o favores relevantes atribuidos a la Sagrada Forma de El Escorial-, puede sacarse también la conclusión positiva de que la Iglesia respeta tanto la libertad de los fieles que no fuerza que se acepte como milagro algo de lo que no se tienen datos exactos.

Si bien no lo parece tanto como para exigir que se le dé culto, siguiendo la opinión de Felipe II, parece razonable suponer que la Sagrada Forma conservada en El Escorial es la misma que sufrió el sacrilegio en la localidad holandesa de Gorinchem. Y así, sin exigir adhesión de fe, al menos da testimonio de que Jesús en la Eucaristía comparte los padecimientos de los suyos, ya sean estos los mártires asesinados en Gorinchem en 1572, las víctimas de la guerra de Independencia, las de la Guerra Civil, o en general cualquier ser humano sufriente. También hay quien resalta que los agujeros hechos en la Sagrada Forma sean tres, al igual que fueron tres los clavos que perforaron la carne de Cristo en el Calvario.

Y así, con interrogantes y sugerencias, les dejo hasta el próximo vídeo, siempre aconsejándoles que se suscriban al Boletín de Centroeuropa para seguir informados. Saludos cordiales de Santiago Mata y gracias por su atención.

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